Poco se sabe de este peculiar encuentro que tuvo lugar el 13 de septiembre
de 1613 entre los vecinos de la villa de Arganda y su nuevo señor, D. Francisco
Gómez de Sandoval y Rojas, I Duque de Lerma.
Todo comienza con la independencia de Arganda del Arzobispado de Toledo en
1580 para convertirse en Villa de Realengo, facultad otorgada por el Rey Felipe
II, que además le concede el sobrenombre de “del Rey”.
Esta nueva condición de villa independiente le permite a Arganda contar con
su propio gobierno, impartir justicia, tener cárcel, cobrar impuestos,
administrar bienes, etc. Sin embargo, las necesidades económicas de la Corte empujan
al Rey a vender algunas de sus propiedades, incluida la villa de Arganda, por
lo que los vecinos se ven obligados a endeudarse para recaudar el dinero
necesario para ser de nuevo independientes.
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El Duque de Lerma, Museo del Prado |
Esta situación coloca a Arganda en una difícil posición económica debido a
que no puede afrontar los intereses de la deuda. Así que, muy a su pesar,
decide someterse de nuevo a un señor que haga frente a los pagos y la libere de
las cargas económicas. Este señor será el Duque de Lerma, valido o 1er
ministro del Rey Felipe III, y personaje conocido por sus intereses
particulares y su afán de poder.
En el día en el que el Duque tiene previsto hacer su entrada oficial en
Arganda, el 13 de septiembre de 1613, hay programados festejos y toros, a los
que el Duque era muy aficionado, pero la fiesta se ve truncada cuando, a su
llegada, uno de los cocheros insulta al entonces Alcalde o Regidor de la Villa,
llamándolo borracho. Tal insulto no es bien recibido por el pueblo, lo que
provoca una serie de altercados que terminan con la salida del Duque al día siguiente de festejar su nuevo y tan deseado señorío.
Este hecho histórico, conocido como el Motín de Arganda, hizo en 2013, su 400 aniversario y simboliza el descontento social de una población en contra
de la autoridad con la que no está de acuerdo.
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